JUICIO A JERÓNIMO FORADADA EN 1616


Joaquín Salleras Clarió

Estos hechos, además de históricos son novelescos. Quizá más al gusto de los lectores de hoy, amantes de historias irreales. Nuestro presente recuerdo histórico empieza por el final. El vecino de la entonces villa de Fraga Jerónimo Foradada había dado muerte a su esposa y suegra a finales de 1615. El juicio se celebró el 8 de enero del siguiente año.

Hacía escasos años que habían expulsados de la villa la mayoría de los moriscos de la misma. Todavía se hacían transacciones de heredades y bienes a ellos pertenecientes, recordando que la medida fue tomada para evitar enfrentamientos entre personas por causas religiosas. El presente juicio nos presenta a xxxx personas, todas ellas con sus nombres y apellidos reales.

El juicio empezó cuando el notario Domingo Sanjorge, en nombre de la villa y como acusador, daba relato de lo sucedido ante el justicia de Fraga Lupercio Román. El dicho Foradada, una noche entró en la habitación donde dormía su esposa, Esperanza Segalón con un hijo de unos tres años, y la degolló, dejando que la cama y al niño que se empapara de la sangre materna. El desalmado, subió al piso siguiente donde descansaba doña Luisa de Mora, la madre de su esposa, y le empezó a dar puñaladas, hasta el número de treinta. En sus primeras heridas pidió socorro a la criada Maria Mora, y ésta acudió de inmediato, pero al ver la escena, corrió a buscar ayuda de su señora doña Esperanza, pero la vio toda bañada en sangre. Fue de inmediato a buscar la ayuda de un mozo de la casa que dormía en el patio, pero cuando llegaron a la habitación de doña Isabel de Mora ya estaba muerta.

Desde hacía un tiempo, el acusado vivía en casa de sus tíos Miguel Foradada y y Ana Ferrer, que le habían criado desde su niñez, quienes dijeron ante el lugarteniente del justicia Melchor Simón que ya habían tenido problemas con Jerónimo, su sobrino, años anteriores, según refería ante los testigos Miguel Carvin y Gallardies Compan.

El letrado Miguel Ornich citó a varios vecinos como testimonios. La extensa lista de los citados a juicio nos habla del revuelo que debió despertar entre los fragatinos. Fueron llamados Miguel Segalón, Miguel Lope, Jerónimo Carvin, Anna Çatorres, y a Miguel Juan Estevan, todos vecinos de Fraga. En los primeros días de marzo a diversas mujeres como Elisabet Ibarz, Ana Pili, Ana Ferrer, Petronila Navarro, Gerónima Carvi y Francisca Berbisca, así como a Baltasar Vergara padre y a Baltasar Vergara hijo. El grave caso requería también la presencia del doctor en leyes Jerónimo Navarro, y prohombres de la villa como Gaspar Liviano y Juan Yernos. La comparencia de todos ellos debió ser certificada por Miguel Carvi y por Hipolito de Ainsa, Miguel Gallinat y Pedro Segalón, todos de Fraga.

El justicia de la villa dictó orden de expropiar una de la heredades del dicho Forrada, situada en Valpodrida y colindante con otra de Domingo Cabrera, para atender a los gastos del proceso. Hecho que se efectuó en 22 de septiembre, con la presencia del mismo justicia, levantando tres cruces sobre la finca en señal de expropiación; todo ello con el testimonio de Miguel Pau y Joan Losa, corredor. Siguieron el proceso en el que se llamaron a nuevos testimonios como: Jayme Fiter, sastre, Martín de Lasut, tejedor de lino, ambos de Fraga.

Domingo Sanjorge mandó pregonar que el acusado estaría presente en la exposición de los hechos, y en ellos María Mora, la criada, esposa de Beltrán de Amador, tejedor de lino y natural de la localidad de Chia (Huesca) pero habitante en Fraga esde hacía soce años, declaró que las peleas entre Jerónimo Foradada y su difunta esposa Esperanza Segalón eran casi diarias. Relató que aquella noche de autos, madre e hija estuvieron jugando a los naipes en casa con Vicente Rebolledo e Isabel Juana Segalón. No hubo incidente alguno hasta que apareció Jerónimo Foradada penetrando en casa con el propósito de matar a su esposa y suegra.

La larga lista de testimonios y la escasa información sobre las causas del mismo nos hace conjeturar que la esposa del acusado debía ser morisca. Su nombre anterior bien pudo ser el de Imata Goluz, que aparece sobrelineado al de Luisa Segalón en el documento sobre el juicio conservado. El decreto de expulsión de los moriscos de 1610 especificaba que los cristianos casados con moriscas podían retener a éstas y a sus hijos menores si los hubiere. Efectivamente, la larga lista de los citados a declarar aún sorprende más: Pedro Segalón, sastre de Fraga; Jerónimo Navarro doctor en medicina en Fraga; Jerónima Carvi, mujer de Miguel Lope el boticario; Ana Çatorres, viuda de Miguel Lope de Fraga; Isabel Ibarz, doncella, natural de Mequinenza y habitante en Fraga des hacía seis años; Esperanza Navarro, doncella de Fraga; Ana Ferrer, viuda de Miguel Foradada habitante de la villa desde hacía veinte años; Juan Pinós como mozo de labor de la casa el acusado; Juan Purroy, carpintero de Fraga, y a Julepe Guardiola de Fraga.

El caso debió clamoroso y discutido, porque estuvieron presentes como jurados y representantes de la villa veintidós vecinos. Ponemos sus nombres como una forma de recuperar apellidos fragatinos: Diego de Herrera, Vicencio Gallinat, Leandro Carvi, Jerónimo Segalón, Jerónimo Navarro, Gaspar Ferrer, Gaspar Cabrera, Jerónimo Ferrer, Guillem Joan Çatorres, Domingo Cabrera, Jerónimo Valls, Pedro Pau, Joan Merich, Miguel Joan Cubero, Joan Buira, Jusep Escartín, Melchor Uñor(¿?), Thomas Foradada, Pedro Navarro, Vicente Gallinat y Antonio Castillo.

Si bien no consta la sentencia emitida —que debemos suponer con pena capital—, podemos comprobar la intervención de nada menos que de cuatro notarios de Fraga: Joan de Foradada, Pedro Pau, Domingo de Sanjorge y Lupercio Román. Las muertes perpetradas por Gerónimo Foradada dejaron constancia de una extensa lista de vecinos que actuaron como testimonios de aquellos terribles sucesos.



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